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La violencia política contra las mujeres: una herida abierta en la democracia

Por Annia A. García García

En el marco del 86.º aniversario de Acción Nacional, vale la pena detenernos a mirar, con honestidad y valentía, una realidad que sigue abierta y duele en lo profundo: la violencia política contra las mujeres en razón de género.

No siempre deja huellas visibles, pero sí cicatrices profundas en la dignidad, en la trayectoria y en la confianza de quienes han decidido dar un paso al frente y ocupar un espacio público. La ley la define como toda acción u omisión que, por motivos de género, limite, anule o menoscabe el ejercicio de los derechos político-electorales de las mujeres, su desempeño en el cargo, su libertad de organización y su derecho a participar en condiciones de igualdad.

Lo sabemos bien: esta violencia muchas veces se esconde. Aparece en comentarios que ridiculizan en lo privado, en descalificaciones que parecen inofensivas, en la omisión de una convocatoria, en el rumor que socava, en el doble discurso que aplaude en público pero resta valor en lo privado. También se manifiesta en la exclusión de espacios donde se toman decisiones, en la negativa de recursos o información indispensables, o en las interrupciones constantes que buscan silenciar una voz. Todo ello lastima no solo a una mujer en particular, sino a la democracia misma, porque reduce la pluralidad y empobrece la representación.

Las mujeres que participamos en política lo sabemos: no es lo mismo estar en la mesa que tener voz y voto real. No basta con ser incluidas; necesitamos ejercer nuestros derechos con libertad, con respaldo, con la certeza de que nuestra capacidad no será puesta en duda. Y, sin embargo, aquí estamos: construyendo, persistiendo, demostrando que nuestra presencia no es concesión, sino derecho ganado a pulso.

Acción Nacional lo ha entendido y asumido como compromiso. Desde hace décadas, nuestro partido abrió las puertas a la participación política de las mujeres cuando aún era impensable en muchos espacios. Hemos sido pioneros en impulsar reformas que garantizan la paridad y en generar protocolos que atienden y sancionan la violencia política de género. Estos avances nos colocan como referente en la construcción de una democracia más incluyente. El PAN ha demostrado que las mujeres no solo son parte de la historia del partido, sino protagonistas de su presente y futuro.

Nuestros estatutos no son simples palabras: son convicciones éticas que nos obligan a ser congruentes. La credibilidad se mide en los hechos, y Acción Nacional ha demostrado que no se trata solo de sumar mujeres a listas, sino de garantizar que estén en lugares donde las decisiones se toman, donde las voces cuentan y donde la igualdad no se negocia. Por ello, seguimos firmes en el propósito de construir instituciones que respondan al mandato ciudadano y a la aspiración legítima de igualdad plena.

Es cierto que México ha dado pasos importantes: la reforma constitucional de paridad en todo, las sanciones a quienes ejercen violencia política y la creación de protocolos de atención. Pero sabemos que ninguna ley, por sí sola, es suficiente si la cultura política no cambia. Mientras persistan estructuras que normalizan las exclusiones, silencios o burlas, la democracia seguirá siendo incompleta. Ahí radica nuestro mayor desafío: transformar la cultura política para que la igualdad no sea una meta lejana, sino una práctica diaria.

Por eso, la tarea de erradicar la violencia política contra las mujeres no es de unas cuantas, es de todas y todos. Requiere instituciones firmes, partidos que no sean indiferentes, medios responsables y una ciudadanía que no guarde silencio. Cada vez que una mujer es inhibida o expulsada de la política, perdemos todas y todos, porque se limita el derecho a la representación y se empobrece el futuro democrático del país. No se trata solo de defender los derechos de las mujeres, sino de defender la calidad misma de nuestra democracia.

Acción Nacional tiene claro que no basta con celebrar aniversarios; toca honrarlos con coherencia. Nuestra misión es seguir abriendo camino, consolidar espacios de igualdad y demostrar que la política con mujeres no solo es posible, sino necesaria. El mejor homenaje que podemos rendir a nuestra historia es garantizar que las nuevas generaciones encuentren un PAN más justo, más incluyente y más libre de violencias. Un partido que, con orgullo, pueda decir que aquí las mujeres participan sin miedo, con respaldo y con plena libertad.

Porque una democracia que se construye sin nosotras nunca será una democracia verdadera. Y porque cada paso que damos, cada voz que se levanta y cada mujer que se mantiene firme, nos recuerda que el presente y el futuro de México se escriben con nosotras. Esa es la convicción que hoy reafirmamos: que en Acción Nacional estamos del lado correcto de la historia, defendiendo la igualdad, la dignidad y la democracia como valores que no se negocian.

Si la violencia ha dejado heridas en la democracia, nosotras seremos la fuerza que las cicatrice con participación, con dignidad y con esperanza. Mujeres. PAN. Futuro.